¿Me estás mirando?
Acaso creíste captar, con ojo frecuente,
ese cuerpo que me identifica.
Más veraz es el párpado para atrapar
la reverberación tangente donde me hallo,
pues, debo confesar, estoy en las antípodas.
Lo que de mí aprecias es sólo figuración,
emergiendo a la superficie.
Ayer decidí abandonar
todo envoltorio pueril. Cumplo ayuno,
únicamente ingiero música hipnótica, agua,
y viento forestal: la dieta del errante.
Cuando la jornada nace, mando al frente
un espejismo similar, que transcurrirá
entre el hervor pasional de las masas;
yo voy dos pasos atrás, acopiando sombras,
vaporizado por la falsedad.
Así que al voltear hacia aquí
enfocarás un relevo periférico. Pero,
eso que por mí responde
no atina con frases convincentes,
ni logra, siquiera, enumerar deslumbrantes citas.
Cuidado, no te inculpes, no te defiendas.
Este es un método más de inspiración.
Tampoco planeo herir tu ambición. Concedeme
algunas horas ( cuarenta y ocho serían justas)
y viraré hacia el cabal desempeño cosmopolita,
para responder
a requisitorias o amenazas
con eficacia veloz, contundente seguridad...
Vé con Dios, con el que elijas. Que te garúe finito.
Cuando sin sueños duermas, yo partiré,
en carruaje tirado por elfos, a hundirme
en la improbable tempestad.
Luego podrás oírme llover, apagadamente,
sobre los tejados del hospicio.
Arlane
|