Entrevista a la escritora Genma Sánchez Mugarra
Genma, bilbaína de pro, adora el arte. La música y la literatura se unen en su mundo de letras y notas. La historia y la docencia son otras de sus pasiones. Pero ante todo, impartiendo y escribiendo, transmite. Sabe llegar e inculcar el amor a las palabra
Por
Fernando Lorenzo
Genma, ¿cómo es eso de llevar un Taller de Literatura? En mi caso supone mantener una relación con el mundo de la literatura, de la creación. Muchas veces el trabajo te absorbe de tal manera que no te deja tiempo para dedicarle a la que es mi gran pasión: la escritura.
Vocación, enseñanza, cultivo... ¿Se sabe o se aprende a escribir? Yo soy de la opinión de que no se puede enseñar a escribir. Se pueden transmitir técnicas, ideas, consejos... Se pueden corregir defectos. Pero para escribir debe existir, anteriormente, una disposición, no me atrevería a llamarlo talento, porque me parece pretencioso, pero el papel de una coordinadora de taller es únicamente la de servir de acicate para algo que ya existe.
¿Se puede decir que quien lee mucho, escribe aún más? Son dos pasiones independientes. No por mucho leer tiene que aparecer, necesariamente, el gusanillo de la escritura, pero si es verdad que si éste existe la lectura es el mejor complemento. Leyendo se aprende mucho, inconscientemente, pero se aprende. Vocabulario, estructuras, ortografía... Y, sobre todo, fecunda ideas. En muchos casos, cuando escribimos, lo único que estamos haciendo, sin darnos cuenta, es copiar historias y escribirlas de otra manera, a nuestra manera.
Tras casi cuatro años al frente del taller, ¿cómo dirías que se expresan los deriotarras? Ante todo con mucha libertad. Existe una gran creatividad. De hecho existe tanta creatividad que ni cuatro años de taller han podido acabar con ella.
Cerca de la metrópoli y en entorno rural, ¿inspira Derio? No creo que sea la metrópoli, ni Derio quien inspira. Es esa ciudad interior que todos tenemos, la que tratamos, una y otra vez, de plasmar en esa maldita hoja en blanco.
El final de curso se celebra con la publicación de "Huellas", un recopilatorio de sus escritos, ¿es el premio al trabajo bien hecho? Es cierto que "Huellas" es como una celebración. Supongo que lo es para los alumnos, pero sin duda lo es para mí. Aunque no creo que pueda reflejar todas las ideas, los comentarios, las risas, los mutuos consejos, los buenos ratos y la mejor escritura que compartimos durante el curso.
Y para la creadora de Gaueko -tu último libro-, ¿qué significa ver la obra publicada? No puedo explicarlo. Y no es un tópico. Cuando tienes, por fin, el libro en las manos, tiemblan. Un libro no es sólo una historia. Has creado un mundo. Y deseas compartirlo. Puedes contárselo a alguien, puedes regalarlo, incluso. Pero cuando otra persona, en su intimidad, un lector, no un amigo, tiene tu libro en sus manos y se sumerge en ese universo que tú has creado, surge la magia.
En él se aúnan literatura y música, ¿de la interacción de las artes puede salir algo sublime? En mi vida hay tres pasiones y por este orden: literatura, música y cine. Las tres consiguen, aunque sea en escasos momentos, que la vida, que, en general, es bastante mediocre, se ilumine. No se trata de crear nada sublime. El simple acto de crear te convierte ya en una persona afortunada.
¿Hay que esperar a que te venga la inspiración, o es mejor que te pille trabajando? Baudelaire lo defendió siempre y yo no soy quién para llevarle la contraria. La escritura exige mucho tiempo, muchas correcciones, mucha re-escritura. No creo que exista la inspiración, existen las ideas muy trabajadas. Y luego los genios. Pero ésos vienen en otro mundo.
Finalicemos con una cita. ¿Cómo expresarías en una frase tu visión de nuestro pueblo? Generosidad, falta de afectación y, sobre todo, hospitalidad. En el sentido original de la palabra.
Revista Beitu Noviembre de 2009
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