LA CASA GUARDADA |
Excelente
- 1 voto
Podía pensar que se trataba de un error de interpretación, incluso imaginar que era una fantasía de sus sueños, pero al ver sus ojos repletos de maravillas me era imposible negar su existencia, la casa guardada estaba allí, en un lugar donde yo no era capaz de verla.
Mi hijo más pequeño llegó al mundo con una ventaja sobre el mayor, al ser nuestra segunda experiencia en crianza, tomábamos las cosas con más calma, además la presencia de su hermano le agregaba la existencia de un compañero que no solo lo cuidaba sino que además se sumaba a sus travesuras; con este contexto, él fue creciendo en un ambiente de comodidad y atención.
En su primer año de vida el caminar fue algo irrelevante, ¿para qué hacerlo si es más cómodo gatear? Además, el andar por lo bajo evita algunos golpes y si su hermano se prestaba a acompañarlo, la situación era perfecta. El habla también sufrió alguna demora, no por incapacidad o desinterés, en realidad había elegido el camino difícil, el de inventar una nuevo vocabulario; afortunadamente para nosotros, contábamos con un traductor con 4 años más de edad que el intérprete y que hablaba a la perfección ambas lenguas, la de él y la nuestra, con esta ayuda invalorable fuimos descubriendo términos impensados que representaban de manera diferente la misma realidad. De a poco nos encargamos de poner término a ese extraño lenguaje y en cambio lo llevamos al dialecto de sus progenitores, pero el cambio de idioma debió traer aparejado algún error de interpretación, porque si bien entendibles para el oído, surgieron expresiones que no hallaban un lugar en nuestra mente de adultos, entre ellas “la casa guardada”.
Tardamos un poco en comprender el contexto en que esta frase hacía su aparición, tal vez por lo estructurado y oxidado de nuestro mecanismo de aceptación, pero luego de varias repeticiones supimos de su existencia; “la casa guardada” quedaba más allá del ventanal de nuestro living, en un edificio que conformaba el límite de su visión.
Si bien contábamos ya con un emplazamiento geográfico lo cual es útil para nosotros los adultos, poco o nada sabíamos del significado de la misma, gradualmente comenzamos a prestar atención a los comentarios que nuestro pequeño hacía en referencia a ella y con la ayuda de su hermano llegamos a interpretar lo que creemos es su razón. Tras muchas investigaciones y preguntas que en ocasiones arrojaban respuestas indescifrables, supusimos que “la casa guardada” era un lugar en su imaginación donde vivían los juguetes más maravillosos, las golosinas más exquisitas, las gaseosas con más burbujas, donde el mal no tenía lugar, un sitio en el que vivir era un placer. Afortunadamente tuvimos el buen tino de no destruir ese sitio ubicado en el límite de la realidad, quizá porque necesitábamos creer en un lugar así, o tal vez porque posiblemente en esa “casa guardada” estuviésemos nosotros mismos, pero sin defectos, con horas libres para jugar con nuestros hijos, con sonrisas y caricias a montones, con el mismo alma de niño que tienen ellos y que nosotros extraviamos en una curva del camino de la vida.
Hoy mi hijo mayor es un adolescente increíble, que aún tiene gestos para mantener la magia en su hermano menor y éste último ha cambiado el empapelado de su “casa guardada”, reemplazó sus juguetes y sueños por otros más acordes a su edad, sin embargo cuando lo miro soñar el futuro mientras toca su bajo pienso, “en estos momentos debe estar dando un recital donde él es la estrella, en un escenario montada en la mayor de las habitaciones de su casa guardada”.
Carlos César Contesti
Subido por Carlos Contesti
Comentarios - Escribí tu comentario |
08/05/08 | 06:22: Carlos Contesti dice:
|
Viviana, la base del cuento es totalmente real, el protagonista es el menor de mis dos hijos. Gracias por tus comentarios, los aprecio.
|
08/05/08 | 04:51: Viviana Sanchez dice:
|
Escribir nos da muchas satisfacciones. Yo no sé si este cuento tiene una base real o de ficción, pero escribir sobre los hijos siempre tiene un plus. Me encantó el desarrollo, sobre todo de la carga emotiva de ese padre al descubrir, como por capas, el significado de las cosas en el mundo de su niño, al que sigue evocando aún cuando éste se ha hecho grande. Muy bueno. Saludos.
|
|
|