JUVENTUD Y MASIFICACACIÓN |
JUVENTUD Y MASIFICACIÓN
por José Alvarez López
Se organizaron diversos movimientos juveniles en la segunda mitad del siglo XX, y algunos llegaron a tener trascendencia mundial. Estas expresiones multitudinarias de impulsos juveniles no pueden ser tomadas a la ligera.
Este movimiento masivo de juventudes comenzó en la postguerra parisina con el “Existencialismo”, la escuela filosófica creada por Jean Paul Sartre, que incorporó a filósofos, poetas, dramaturgos, cantantes, cineastas, pintores.
Veinte años después aparecieron miles de jóvenes a las dos orillas del Atlántico bajo la nueva denominación de “Hippismo”. Una prédica de amor colectivo, pacifismo, drogadicción y erotismo. Es cierto que los tres millones de jóvenes reunidos en una de las máximas concentraciones masivas de la historia –“Woodstok, EE.UU.– tuvo connotaciones comerciales. Los millones de libras esterlinas movilizados en Carnaby Street dan cuenta de un “marketing” nada despreciable.
Podemos citar en un lugar destacado a los “Beatles”, quienes en la década del 60 en Londres, dieron origen a una música moderna muy particular y se proyectaron al plano internacional con un movimiento científico, artístico, filosófico, cultural y místico, anclado en un vasto movimiento juvenil cuya síntesis fue dada en la película “El Submarino Amarillo”, con profundas connotaciones científicas como la de los “agujeros negros” que por aquel tiempo era un conocimiento esotérico de los astrónomos ingleses.
Todo este conjunto de circunstancias produjo una profunda revolución social que todos percibimos pero que admite múltiples explicaciones.
Hoy día se habla de la “Globalización” como de un fenómeno social que cambia la estructura de las relaciones humanas y al hombre mismo. El tremendo desarrollo de la TV que hoy constituye uno de los poderes del Planeta ha cambiado los sentimientos y las costumbres del género humano. Y el “hombre televisivo” es tan diferente de sus antecesores que hasta su estructura mental ha sido modificada. Los jóvenes de hoy pueden seguir en forma simultánea dos programas diferentes de TV y tener, todavía, espacio para conversar entre ellos. Pero este aumento de la capacidad de observación se ha realizado en desmedro de su capacidad de concentración e, inclusive, de su capacidad de comunicación pues el léxico de los jóvenes de hoy es tan reducido que es apenas la cuarta parte del de sus recientes antepasados.
Pero al juzgar circunstancias generacionales hay que cuidarse de los juicios de valor a que siempre nos sentimos inclinados. Digo esto antes de referirme a la música de los jóvenes que ha cambiado desde finales de la década del 50 con la aparición del Rock y su primer mentor e intérprete Elvis Presley (música que prevalece aún hoy y en todos los países desde hace casi medio siglo) cambiando profundamente los gustos musicales. Cada país tiene sus representantes rockeros que cantan en su propia lengua. Se han creado con ello mitos legendarios. Si pensamos que los primeros oyentes rockeros pintan hoy canas, hay que admitir la existencia de una forma cultural ya arraigada y masiva.
La música que se escucha por un receptor de FM no tiene nada que ver con la música que antes se escuchaba por AM. Lo que llamamos “música clásica” prácticamente ha desparecido, pues a las nuevas generaciones, en general, Beethoven los aburre. Nunca se escucha una poesía transmitida por televisión. Y esto que expongo –y muchas otras cosas más– no implican un juicio de valor pues no es más que la descripción fenomenológica de un hecho cultural de nuestro tiempo.
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Subido por Alejandra Correas Vázquez
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