“En tanto sujeto de la historia de mi país, que es también la de este continente nuestro, soy sólo una entre muchísimos. En ese sentido podría contar lo que muchos han contado ya. Podría responder otra vez lo que muchas veces me han preguntado. Hoy mis respuestas no son las mismas que di dos décadas atrás, cuando los presos políticos de Uruguay fuimos liberados al fin de la dictadura. Mi respuesta es hoy Oblivion, es mi obra”.
Así habló al portal informativos de la Casa de las Américas, La Ventana, vía Internet la uruguaya Edda Fabbri, a pocos minutos de conocer la noticia del Premio Casa de las Américas 2007 en el género de Literatura Testimonial. Según las palabras del jurado, Oblivion es “una historia de gran valor testimonial y literario que demuestra no sólo un eficiente uso de las técnicas narrativas sino, además, una valiosa sensibilidad que enriquece y sincera el relato. Se trata de la crónica de una presa política encarcelada en los años de la dictadura en Uruguay, y de su cotidianidad tras las rejas con sus compañeras de prisión. El testimonio resulta de una autenticidad conmovedora en el que también convive la poesía, pero no para minar la dureza de la realidad o endulzarla”.
“Puedo decir que cada una de las palabras que escribí encierra una verdad, que no mentí. Puedo decir también, y quiero fuertemente creer que este libro no es fiel reflejo de la realidad, que es invención. No es olvido, es trabajo. No lo dictó mi memoria, lo construyó”, nos dijo Fabbri, integrante del movimiento estudiantil contestatario en los Sesenta y más tarde del Movimiento Nacional Tupamaros.
Fue, según ella misma cuenta, una militancia de corta duración. Cayó presa a mediados de 1971. Escapó junto a otras 37 presas políticas en la Operación que su organización llamó La Estrella. Pocos meses después, en 1972, fue encarcelada nuevamente y permaneció en esa condición hasta 1985. Su padre, su hermana y su madre también sufrieron prisión.
“Sobre eso escribo —afirma Edda. Si logré transformar algo de aquel sustrato —y estoy hablando de historia, de carne y sangre, de gente— en escritura, tristes piedras, gloriosas, para mi pobre alquimia, otros lo dirán. No me propuse nunca escribir un libro. No supe que lo haría sino mucho después de haberlo empezado. No sé qué buscaba. No sé si otro texto se escribe en mí hoy en día, o mejor, sé que se escribe.”
30-01-2007
Fuente:
La ventana |